viernes, 19 de septiembre de 2008

La Quiebra Bancaria Más Grande de la Historia

"Es casi imposible exagerar la gravedad de la situación en los mercados mundiales, es muy difícil saber en que va a terminar todo esto".
De este modo, John Authers del Financial Times de Londres describe la situación en la tarde del miércoles 17 de septiembre cuando las bolsas sufrieron la mayor baja a consecuencia del nuevo "lunes negro" que vivieron el pasado 15 de septiembre los mercados financieros.
Como resultado, dos de los principales bancos financieros mundiales dejaron de existir.
Una semana antes, el gobierno había intervenido los gigantes hipotecarios semi-públicos
estadounidenses en lo que a su vez constituyó la nacionalización más grande de la historia, para evitar que su quiebra inminente arrastrara al conjunto del sistema.
La principal aseguradora del mundo se debate al borde de la quiebra, lo mismo que varios otros
bancos gigantescos. Los mercados accionaros se desplomaron nuevamente, especialmente en los países emergentes donde Rusia marcó la pauta perdiendo un quinto de su valor en un solo día, arrastradas en parte por el súbito pinchazo de la "superburbuja" como se la ha denominado, que se había inflado los precios de los llamados "commodities."
De esta manera, la crisis que viene desenvolviéndose con creciente intensidad a lo largo del último año ha alcanzado un nuevo punto de clímax. En Chile la aseguradora fallida pone en riesgo las pensiones vitalicias de decenas de miles de jubilados por este mecanismo del sistema AFP, mientras el principal coletazo de la crisis es el continuado derrumbe de los fondos de pensiones que han perdido casi un quinto de su valor desde el inicio de la misma.


El banco de inversiones Lehman Brothers, el más agresivo de Wall Street, se declaró en quiebra el 15 de septiembre dando pie al titular del Financial Times que inicia esta nota. Para evitar el mismo destino, Merril Lynch fue absorbido ese mismo día por el Bank of America. De este modo, considerando la falencia en marzo pasado de Bear Stearns seguida de su absorción por J.P. Morgan, tres de los cinco mayores bancos de inversión del mundo han dejado de existir. Los dos restantes, Goldman Sachs y Morgan Stanley parecen tener sus días contados como entidades independientes.
Varios bancos comerciales encabezados por el gigantesco Washington Mutual de los EEUU han perdido casi todo su valor accionario y se prestan a ser intervenidos del mismo modo que ya lo fue en agosto asado el mayor banco hipotecario de la costa oeste de ese país, y varios otros menores.

El derrumbe de la gigantesca aseguradora AIG es todavía más impactante, dado su tamaño gigantesco y carácter ramificado y global.
Este enorme conglomerado abarca seguros generales, seguros de vida y previsión, administración de activos y servicios financieros y tiene filiales en caso todos los países del mundo. Su falencia
acarrea pérdidas que se estiman en 180.000 millones de dólares de los cuales la Reserva Federal ha asumido 85.000 a cambio de todos sus activos y el 80% de sus acciones (BW 17/9/08).
A
carrea consecuencias insospechadas para bancos, empresas y millones de personas comunes y corrientes en todo el mundo, que mantienen seguros contratados con AIG.

Lo que es más relevante en el caso chileno, su división de seguros de vida opera planes de pensiones en todo el mundo, incluidas muchas de las rentas vitalicias que han contratado los afiliados a AFP con su filial Interamericana.
Quiénes han jubilado mediante este mecanismo están obligados a traspasar todos sus fondos de pensiones a este tipo de compañías las cuales adquieren de este modo la propiedad de los mismos, a cambio naturalmente del compromiso pagar una renta vitalicia. Todos los seguros y servicios contratados solo los puede cumpir la aseguradora mientras mantenga su solvencia.
Pues bien, en este momento la más grande de todas estas empresas a nivel mundial ha entrado en falencia y decenas de miles de pensionados con renta vitalicia corren serio riesgo de perder su pensión.


En el caso de los bancos las crisis tradicionalmente se precipitan cuando los depositantes los retiran masivamente. A diferencia de otras crisis bancarias, en este caso las corridas no han afectado principalmente a los bancos comerciales puesto que se supone que los mismos están garantizados por el gobierno - aún así varios se han visto afectados por "corridas" que empezaron en el Northern Rock en el Reino Unido en septiembre del 2007.

La afectada ahora es la llamada "banca sombra" que los bancos comerciales crearon al margen de sus balance para escapar las regulaciones y donde manejaban los llamados derivados financieros en sentido amplio y que había alcanzado las mismas dimensiones del mercado bancario comercial.

Tanto la banca comercial como su sucedáneo "sombra" llegaron a manejar activos por 10 billones de dólares en cada una de ellas. Este obscuro mercado reservado solo a grandes inversionistas es el que se ha visto afectado por la "corrida" bancaria (no tradicional en este caso) más grande de la historia a lo largo del último año.


Sin embargo, inspiradas en lo ocurrido durante la Gran Depresión, las principales autoridades e instituciones económicas mundiales han reconocido la gravedad de la situación y actuado en consecuencia.

Acostumbradas a proteger a los bancos, han acudido ahora al rescate de la "banca sombra" por primera vez en la historia. Es probable que de ello resulten asimismo regulaciones para este sector similares a las que hoy existen para los bancos comerciales. Han inyectando al mercado centenares de miles de millones de dólares.



El aporte neto ha aumentado la deuda pública estadounidense en 200 a 300 mil millones, incluyendo las eventuales pérdidas en la nacionalización de Fannie y Freddie a los cuales aportó 200.000, Bear Stearns al cual avaló con 29.000, y la nacinalización de AIG que le ha significado 85.000, aparte de las pérdidas por activos viciados que ha recibido como contrapartida a los centenares de miles de millones prestados a la banca a lo largo de estos meses.

Sin embargo, el mismo economista estima que probablemente el aporte fiscal neto total alcanzará al final entre uno a dos billones de dólares, lo cual ciertamente hará subir considerablemente el endeudamiento público actual que alcanza a un 40% del PIB y limitará seriamente la capacidad estadounidense en todos los aspetos. Eso si logra escapar la devaluación de su moneda que resultaría inevitable si se tratase de otra nación (FT 18/9/08).


El sentido común indica que este tipo de intervenciones es el resultado de las lecciones de los años 1930, la verdad es que el mismo tipo de política fue recomendada y aplicada consecuentemente en el reino Unido ya en el siglo 19.

La clasica obra de Walter Bagefoot titulada Lombard Street describe en detalle como el papel de los bancos centrales durante las crisis financieras consiste en inyectar dinero masivamente para evitar que los bancos caigan en iliquidez.

Sin embargo ¿como es posible entonces que se produjese la crisis de 1930 si estas políticas llevaban ya décadas en aplicación? ¿como es posible que Lehman fuese a la quiebra cuando tenía a su disposición una línea de financiamiento ilimitada por parte de la Reserva Federal?

El problema es más complejo puesto que no solo tiene relación con al pánico de depositantes - o inversionistas en el caso de la banca sombra actual - que retiran masivamente sus depósitos. lo cual puede ser contrarrestado por los bancos centrales siguiendo las recomendaciones clásicas de Bagefoot de proporcionar liquidéz para restablecer la confianza.

Dice relación asimismo con la solvencia de las instituciones, es decir, con el valor real de sus activos comparado con sus pasivos. En el caso actual, menciona la solvencia de las instituciones está en cuestión porque muchos de sus activos están conformados por papeles complejos - los derivados - cuya valoración es muy incierta y que en el caso Lehman, por ejemplo todavía aparecen muy superiores a sus pasivos a pesar de los castigos efectuados; lo que no evitó que fuera a la quiebra.


Todas las instituciones mencionadas han entrado en falencia por el mismo motivo: una parte significativa de sus activos consiste en papeles que han perdido total o parcialmente su valor porque se hayan expuestos al mercado hipotecario estadounidense y otros que se vieron afectados por inmensas burbuja especulativas que ahora se están desinflando.

A su vez, a medida que otros activos reales se deprecian con la extensión de la crisis financiera a la economía más papeles en poder de estas instituciones se ven afectadas por el mismo fenómeno y el fenómeno crece.


Los llamados derivados financieros que supuestamente debían reducir el riesgo y la exposición a estos inevitables vaivenes del mercado real en realidad los esparcieron por el mundo entero. Las dimensiones financieras de la crisis son inmensas.

A junio del 2008 los principales bancos comerciales, bancos de inversión, bancos hipotecarios, y aseguradoras habían efectuado castigos a sus activos por más de 500.000 millones de dólares.

Tras los acontecimientos recientes esa cifra ya ha sido ampliamente superada y puede fácilmente duplicarse o más, como se ha mencionado.

De este modo, los activos se han depreciado de modo muy fuerte, obligando a las empresas afectadas a servir las deudas que habían contraído utilizando los mismos como garantías, o a incrementar su capital para respaldarlas con otro tipo de activos. precisamente es lo que han hecho los principales bancos, los cuales han debido a recurrir a aumentos de capital que compensan en parte los gigantescos castigos que han debido hacer de sus activos. Cualquier aumento de capital por este motivo diluye el valor de las acciones existentes, las que además han visto caer sus precios en las bolsas por este motivo pero asimismo porque se ha perdido la confianza en algunas de estas instituciones. Cuando las acciones caen más allá de un cierto nivel, se torna a su vez imposible atraer a nuevos inversionistas lo cual precipita su falencia, como ocurrió con Lehman.

A su vez, la falencia de estas empresas afecta a cada uno de los que tenían acreencias de las mismas, como se ha descrito en el caso de AIG.
La caída de Lehman ya ha producido un coletazo de imprevisibles consecuencias obligando a Reserve Primary Fund, uno de los mayores fondos de liquidez a romper su promesa de devolver al menos el dinero depositado, lo cual puede provocar una corrida en este gigantesco mercado de 3.7 billones de dólares.

Asimismo, el derrumbe del precio de sus acciones afecta a los propietarios de las mismas que a su vez muchas veces han contraído enormes créditos dando aquellas como garantía. Es lo que ocurre en este momento en Rusia, por ejemplo, donde la estrepitosa caída del mercado accionario en estos días ha hecho entrar en falencia a varios de los llamados "oligarcas," que se encontraban precisamente en la situación descrita.

De otro lado, el fondo de la crisis financiera solo se va alcanzar cuando el conjunto de los gigantescos desequilibrios de la economía real a nivel mundial causados por sucesivas burbujas se hayan normalizado. Es decir, la crisis se continuará desenvolviendo hasta que topen fondo el mercado inmobiliario, el de "commodities," el de automóviles de alto consumo de combustible, y así sucesivamente.

Hasta el momento, aparte del mercado inmobiliario de EEUU, Reino Unido, España y algunos otros países, las repercusiones de la crisis financiera sobre la economía real no pasan de una disminución del crecimiento en el mundo en su conjunto, y reducciones no catastróficas en otros como los propios EEUU o Europa. De ningún modo guardan relación con las dimensiones francamente catastróficas de la crisis financiera. No puede descartarse, sin embargo, que se produzca una recesión significativa y generalizada, lo que agravaría toda la situación descrita que ya es muy complicada.


Como reflejo de todo ello, en el curso del último año las bolsas tanto de países desarrollados como emergentes expresadas en Euro han perdido un cuarto de su valor. Las primeras se vienen desplomando en vaivenes desde agosto del 2007 mientras las segundas continuaron su ascenso enloquecido hasta fines de octubre de ese año, para luego derrumbarse en forma estrepitosa hasta perder todo lo mucho que ganaron y alcanzar las pérdidas de las primeras .

Se trata de un crisis mundial.


Ello pone de relieve hasta que punto parece descabellado que en Chile recién hace unas semanas y en el medio de esta gigantesca crisis que lleva ya un año desenvolviéndose, la Superintendencia de Pensiones haya publicado el reglamento que deja operacional la reforma al régimen de inversiones de las AFP aprobadas por el Parlamento hace unos meses, asimismo en el medio de la crisis.


La misma elimina casi todas las restricciones existentes y entrega casi total libertad de inversión a las AFP confiándose enteramente en el análisis de riesgo. Explícitamente les permite invertir en derivados financieros y en índices como los de materias primas, por ejemplo.

No se ha levantado ni una sola voz de alarma.

¿Es que no hay ningún parlamentario o autoridad que lean los diarios donde a lo largo de un año se ha venido describiendo el estruendoso fracaso del sistema de clasificación de riesgo?

Como se sabe, las agencias clasificadoras asignaron calidad tope a las inversiones en derivados hipotecarios y las mantuvieron hasta bien entrada la crisis.

Todo lo anterior muestra un cuadro de turbulencia extrema, donde lo más probable es que los mercados bursátiles continúen cayendo a lo largo de varios meses, y con una seria posibilidad que lo que empezó con la crisis inmobiliaria estadounidense se extienda al conjunto de la economía mundial, incluyendo el desplome de los precios de las materias primas en el caso de reventar esa burbuja.


Todo esto tiene repercusiones muy severas para Chile y particularmente sobre los fondos de pensiones, que nuevamente han alcanzado sus niveles de máximas pérdidas. Al 15 de septiembre las mismas sumaban 17.747 millones de dólares, equivalentes al 15,98% del fondo total.

Sin embargo, quienes tienen su ahorros en el fondo A han perdido en el año un 23,87% de los mismos. Con toda probabilidad, con subidas y bajadas como ha sido hasta ahora, dichas pérdidas van a continuar profundizándose a lo largo de muchos meses. Adicionalmente, es muy posible que sean hoy muchísimo mayores que lo que reconocen las cifras oficiales, puesto que parte importante de los fondos están invertidos en instrumentos de dudosa liquidez.


Todo ello ante la impasividad de las autoridades y el parlamento. Ellos han preferido esconder la cabeza, haciendo oídos sordos a las advertencias que se les hacen llegar desde hace un año acerca de la necesidad de investigar las pérdidas reales de los fondos e intervenirlos para proceder a su repliegue ordenado a inversiones seguras en el país.


Manuel Riesco

17 de septiembre 2008

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