Un
equipo de CENDA, liderado por el economista Manuel Riesco, acaba de
publicar el estudio Resultados para sus Afiliados de las AFP y Compañías
de Seguros Relacionadas con la Previsión:1982-2012, en rigor el retrato
más certero que se le haya hecho al sistema de privado pensiones, como
lo demuestra el espeso silencio del sistema mediático, a pesar de la
enorme relevancia de sus conclusiones.
Demuestra,
para empezar, que de cada tres pesos que recauda el sistema, tanto por
la vía de la cotización de los afiliados como de subsidios del Estado,
dos se quedan enredados entre los administradores y los grandes grupos
financieros, que en la práctica son los mismos, precisamente el
principal de los motivos por los cuales el sistema paga pensiones tan
bajas.
Enseguida,
el estudio comprueba que en 2012, las cotizaciones más que duplicaron
el monto de las pensiones pagadas por las AFP y compañías de seguros, y
el Estado aportó adicionalmente, subsidios equivalentes a dos tercios de
éstas.
A pesar de ello, o más bien por lo mismo, los montos de las
pensiones son inciertos, pues dependen de las veleidades de los mercados
financieros, que en los últimos seis años han generado más pérdidas que
ganancias al fondo de pensiones.
Además, éste se reduce en razón
inversamente proporcional al aumento de la expectativa de vida de la
población.
En
tercer lugar, el estudio traza una síntesis magistral de la naturaleza y
la lógica interna del sistema privado de pensiones: un sistema de
ahorro forzoso concebido para extraer recursos del factor trabajo, y
transferirlos directamente a los propietarios del capital.
Sin
embargo, tal vez la conclusión más importante del estudio consiste en
la demostración de que si se devuelve el sistema previsión a la
administración del Estado, no sólo se podría duplicar el monto de las
pensiones, hasta igualar las pensiones que actualmente paga el sistema
público, sino que incluso en ese caso, habría un considerable ahorro en
el gasto fiscal.
Del desarrollo de esas conclusiones del estudio versa la siguiente entrevista a su autor, el economista Manuel Riesco.
- ¿Qué metodología utilizó en el estudio?
“Lo
que hace el estudio es visualizar el sistema en su conjunto, incluyendo
AFP’s y compañías de seguros que lo conforman, y analizarlo como si
fuera una gran alcancía, que por otra parte, es lo que el sistema dice
ser, a la cual los afiliados entregan aportes todos los meses y el fisco
entrega subsidios, ambos en dinero efectivo; y por otro lado, de esta
alcancía se sacan todos los meses, pensiones y beneficios que el sistema
paga a través de las AFP, o las compañías de seguros, en forma de
rentas vitalicias. Lo que hace el estudio es analizar cuánto dinero
entra, y cuánto sale, y por esa vía, llega a la asombrosa conclusión que
los aportes triplican las pensiones que se pagan. En otras palabras,
los aportes de los afiliados y los subsidios del fisco son tres veces
mayores a las pensiones que paga el sistema”.
- ¿Determina el estudio donde se van los dos tercios restantes?
“Bueno,
a alguna parte tendrá que ir, porque esta alcancía debería estar
repleta de dinero, en el símil de la bóveda de Tío Rico. Sin embargo, tú
abres la alcancía y encuentras que no hay un solo pesos de dinero en
efectivo. Sin embargo, entran todos los meses, miles de millones de
pesos, y sale una tercera parte en pensiones. Por tanto, la cantidad de
dinero que debería haber adentro, es gigantesca. En consecuencia,
alguien lo está sacando, porque adentro no hay plata”.
- Lo que hay son títulos de deuda, imagino…
“Lo
que tu encuentras adentro, son papeles. Abres la caja que dice La
Polar, y encuentras una serie de papeles firmados por los ejecutivos de
La Polar, que dicen que ellos han recibido préstamos de las AFP, o sea
pagarés, y que lo van a devolver con gigantescos intereses. O son
acciones de La Polar, que la AFP compró a buen precio. Bueno, hoy los
pagarés y las acciones de La Polar no valen nada, porque como sabemos,
La Polar era un gigantesco fraude”.
- Y la pérdida la hacen los afiliados…
“Por
supuesto. El dinero contante y sonante fue a La Polar, y lo que queda
son estos papeles que no valen nada. Soquimich, por ejemplo, es una de
las cajas más grandes que hay adentro. Ha recibido cualquier cantidad de
dinero de las AFP. Con eso, Ponce Lerou tomó control de la empresa
estatal. Hoy sabemos que el valor de las acciones de Soquimich ha sido
inflado. Enersis era la caja más grande, porque a través de este dinero
contante y sonante, Yurasczek tomó el control de Endesa, de Chilectra y
formó un imperio, que después vendió a Endesa España, con un gigantesco
beneficio para él. Lo que quiero decir, es que son cajas con papeles.
Hay alguna caja que dice Estado de Chile, que contiene bonos de Estado,
que dicen que Estado va a devolver esta plata que les prestaron las AFP,
con el correspondiente interés. Esa caja es alrededor de un quinto del
fondo. Hay otra caja más chiquitita, equivalente más o menos a un 2%,
que son bonos hipotecarios”.
-
Con la desvalorización de los títulos de deuda o las acciones, ¿podría
hipotéticamente el sistema entrar en default, o crisis de pagos?
“Difícilmente
va a entrar en crisis de pagos, si todos los meses está entrando el
triple de lo que sale. Lo que puede suceder, y de hecho sucede, es que
lo que está acumulado teóricamente ahí, no vale lo que dicen que vale.
Así pasó, por ejemplo, en 2008. La suma de todos estos papeles es el
fondo de pensiones, que tiene un valor. Pero ese valor es una idea
abstracta, porque no es dinero. Es lo que valen hoy esas acciones y esos
bonos. Pero eso depende de muchas cosas. En 2008, esos papeles
perdieron un tercio de su valor…
- Quedó pendiente la respuesta acerca de dónde se quedan los dos tercios de lo que recauda el sistema, que no van a pensiones…
“Voy
a eso. pero primero quiero completar las cifras gruesas de lo que entra
y lo que sale, porque son muy significativas. El total de lo que entra,
triplica lo que sale. Pues bien, sólo lo que ha puesto el fisco,
equivale a las tres cuartas partes de las pensiones que se han pagado.
Es decir, el fisco ha financiado con subsidios, y con dinero contante y
sonante, tres cuartas partes de las pensiones que ha pagado el sistema
AFP. Si hacemos la comparación de las cotizaciones de los afiliados con
las pensiones que se pagan, veremos que las cotizaciones de los
afiliados -sólo las obligatorias- duplican las pensiones que se pagan.
Ese es el cuadro. Tú preguntas dónde se va el dinero. Hay un chorro
grande que se va a los grupos financieros que emiten estos pagarés y
estas acciones. La alcancía está llena de estos papeles que emiten los
grupos financieros, que han recibido a cambio, dinero contante y
sonante. Hay otra manguera que sale de este chanchito, y va a los
administradores del sistema, es decir, las AFP y las compañías de
seguros.
-
Recuerdo que en un estudio anterior, ustedes precisaban que uno de cada
tres pesos recaudados por el sistema, iban a las AFP y compañías de
seguros…
“Exactamente…y
ahora lo confirmamos. Incluso más de uno de cada tres pesos que ponen
los afiliados se va para allá. Otra comparación interesante es que lo
que han sacado en primas y comisiones las AFP y compañías de seguros,
equivale, o se acerca mucho, a lo que han pagado en pensiones. En otras
palabras, el chanchito tiene, por una parte, lo que le ponen los
afiliados y el fisco todos los meses, y por otra, una tetita no muy
grande que va a los pensionados, en pensiones muy magras y miserables,
como reconoció incluso uno de los panegiristas del sistema. Resulta que
las AFP y compañías de seguro, que son en el fondo cinco empresas, se
llevan tanto dinero como el millón de afiliados que hoy cobran
pensiones”.
- A la luz de esas cifras, el sistema es un verdadero escándalo…
“Es
un sistema de ahorro forzoso, en que se saca dinero del bolsillo de los
afiliados, equivalente al 13% del sueldo, y se saca, por otro lado, una
parte significativa de los ingresos fiscales, es decir, del IVA y los
excedentes de Codelco, y se traspasa directamente a los bolsillos de las
AFP y compañías de seguros y a los grandes grupos financieros”.
-
¿Ese era el sentido último de la reforma de 1981 que privatizó el
sistema de pensiones; es decir, crear un mecanismo para trasferir renta
del trabajo al capital?
“Evidentemente. Ese era el sentido: echarle el guante a las cotizaciones previsionales. Eso es el sistema”.
- Después de treinta años de experiencia ¿lo calificaría como un fracaso total?
“Hay
que calificarlo como lo que es: un sistema de ahorro forzoso, porque
esto va a continuar así para siempre, salvo, naturalmente, que lo
cambiemos. Está diseñado para esto. No es que en algún momento el
chanchito empiece a desinflarse, y estos papeles se vayan a transformar
en dinero en efectivo, que se pague en pensiones, que por otro lado,
sería lo lógico, ¿cierto? No. El chanchito va a seguir engordando de
papeles, porque siempre los aportes de los afiliados y el fisco van a
ser mucho mayores que las pensiones que paga el sistema. Por tanto,
siempre el dinero cotizado por los afiliados y contribuido por el fisco
se va a ir a los grandes grupos financieros, y una parte equivalente a
las pensiones se va a ir a los administradores del sistema, o sea, AFP y
compañías de seguros”.
-Por la vía de la reforma, pero sin alterar su lógica y su esencia de acumulación individual ¿se pueden mejorar las pensiones?
“No,
porque lo que está ocurriendo es que constantemente se está yendo el
dinero para otro lado. El dinero de las pensiones, el dinero que se
contribuye para pagar pensiones, en realidad no se usa para pagar
pensiones, sino en una pequeña parte. Dos tercios de la recaudación se
usan para otros fines: traspasar recursos de los trabajadores a los
grupos financieros, y remunerar a los administradores, vale decir, AFP y
compañías de seguros”.
- Siempre dentro del sistema, y por la vía de la regulación ¿se podrían cambiar las proporciones?
“Dentro
de la lógica de ahorro forzoso del actual sistema, no. Lo que hay que
hacer es taponar el sistema, de forma que el dinero que se contribuye
para financiar pensiones, se ocupe para pagar pensiones. Así de simple.
En otras palabras, hay que ponerle un tapón a lo que se está yendo hacia
los grupos financieros, y otro tapón para lo que se están llevando los
administradores, porque todo esto lo puede administrar el INP o el IPS,
sin mayor costo. Y eso lo transforma en un sistema de reparto”.
-
Una de las partes que me llamó la atención del estudio, remite a los
cálculos acerca del cambio de sistema, a la modalidad de reparto. Según
el estudio, al Estado le sale mucho más barato hacerse cargo de la
administración del sistema, y de pagar las pensiones, en esencia, un
sistema de reparto, lo cual permitiría, además de mejorar las pensiones,
un enorme ahorro fiscal. Quisiera que desarrollara este punto…
“Es
fácil. Si se termina el sistema, se ponen estos dos tapones, y se
transforma en un sistema de reparto, en que el dinero que entre se use
para pagar pensiones, cuál sería el balance. Anualmente están entrando
5,8 billones de pesos (millones de millones, n. de la r.), entre aportes
de los afiliados y el fisco, que son como 4,4 billones, y subsidios
fiscales, que suman 1,4 billones más. Total, 5,8 billones. Esos recursos
ya no a irían a parar a los grupos financieros o a los administradores
del sistema, sino quedarían en la alcancía, en el chanchito, y serían
administrados por el fisco. El fisco recuperaría estos 5,8 billones de
pesos, y por supuesto tendría que hacerse cargo de pagar las pensiones
que pagan las AFP, y seguiría pagando los subsidios que reciben esas
personas. Pero tendría que pagar sólo las pensiones que pagan las AFP,
puesto que las rentas vitalicias que pagan las compañías de seguros,
tienen que seguir pagándolas las compañías de seguros, porque se
quedaron con todos los fondos de los afiliados. Si no, tendrían que
devolverlos. El Estado tendría que hacerse cargo de las pensiones que
pagan las AFP, y los subsidios que reciben unas y otras, o sea, los que
pagan las AFP y las compañías de seguros. Eso sumó 1,1 billones de
pesos, el año pasado. Por lo tanto, el balance neto sería un excedente
de 4,7 billones de pesos anuales, que equivalen al 3,6% del Producto
Interno Bruto de 2012. Eso permitiría duplicar todas las pensiones que
paga el sistema de AFP, para igualarlas con las que paga el sistema
público. El resultado es que el Estado recibiría un 3,6% del PIB, lo que
equivale a aumentar en 10% los ingresos fiscales generales. Con esto,
el Estado podría duplicar las pensiones, que es hoy una demanda masiva
del millón de personas que hoy reciben pensiones del sistema de AFP. Tú
no puedes tener un país sin pensiones. Esto es insostenible”.
-
En 2016 jubila la primera cohorte de los trabajadores que se cambiaron
al sistema de AFP, en 1981. Cuando sean no un millón, sino tres o cuatro
millones de trabajadores que comprueben en carne propia lo que aquí
estamos hablando ¿Cree que el peso de la crisis política que eso implica
obligará a cambiar el sistema?
“Sin
la menor duda. Hay que arreglar esto, y no se puede arreglar sin
terminar con este escándalo. El sistema ya tiene un millón de jubilados,
es decir, empezó a jubilar gente desde los años ochenta, con gravísimo
perjuicio para todos ellos. Lo que sucederá a partir de algunos años más
es que se sumarán a ellos los que no tienen bono de reconocimiento,
porque sólo han cotizado en este sistema. Pero la crisis ya existe y
desde hace tiempo. Lo que hará es agravarse”.
- Para decirlo sin ambages ¿cree que la única solución es volver al sistema de reparto?
“Pero,
obvio. Sin la menor duda. Si no, cómo vamos a aumentar al doble las
pensiones. Porque si realmente queremos resolver el problema, tenemos
que duplicar el monto de las pensiones, como mínimo, para igualar las
pensiones del sistema público. Y la única fuente de dinero para eso, es
lo que los administradores y los grupos económicos se están embolsando
todos los meses. Cómo va a ser presentable que la gente no tenga
pensiones, mientras doce grupos económicos, entre ellos cinco que son
dueños de las AFP, se embolsan anualmente, en dinero contante y sonante,
puesto por los afiliados y el fisco, el 3,6% del PIB. Es un escándalo. Y
más encima, quieren más aportes. Quieren que los afiliados y el fisco
pongan más dinero, y que se aumente la edad de jubilación”.
-¿Usted los ve preocupados?
“Ellos
piensan que tienen el sartén por el mango, pero evidentemente no las
tienen todas consigo. Ellos saben que si cambia la situación política, y
hay una nueva Constitución, esto, junto con el cobre, son las primeras
cosas que se van a terminar, porque son tan escandalosas, que se tienen
que terminar, como ya las terminaron en Polonia, Hungría, Argentina y
Bolivia”.
-
Sin embargo, para que ello ocurra en Chile, se requiere mayor presión
social, y con esto quiere decir que el problema, en último término, es
político…
“Bueno, la resistencia en esto es muy grande, porque la cantidad de dinero que se están llevando, es descomunal”.
-
Tan descomunal como la falta de información. De hecho, no he visto
ninguna referencia a este estudio en los medios…¿Qué se debe hacer, a su
juicio, para instalar el problema en el ámbito político?
“Desde
luego, hacerlo parte de todo programa político. En el programa de la
CUT, por ejemplo, este es uno de los puntos. Esto no entró en el
programa del próximo Gobierno, y esa es una de las razones por las
cuales la CUT no adhirió formalmente a la candidatura de Bachelet,
porque este problema, y los derechos laborales, no están incluidos en el
programa. Pero la CUT va a seguir presionando. Y como el problema es
mucho, y la paciencia es poca, lo que puede ocurrir aquí es que o se le
da curso a esto mediante una discusión constitucional que abra la llave
para que estas cosas se resuelvan, o el problema asumirá contornos
impredecibles”.
- El sistema se implantó por medio del Decreto Ley 3.500. ¿La solución no es tan simple como cambiar un decreto ley?.
“No
porque tiene rango de ley orgánica constitucional, y por tanto, exige
quorum calificado, lo mismo que para cambiar la propia Constitución”.
-
Esto me hace pensar que resolver esto, como la renacionalización del
cobre y la reforma a la educación, implica cambiar el paradigma o modelo
de desarrollo…
“Resolver
esto es lo más fácil que hay, porque la cantidad de dinero es tan
enorme, que bastaría que si siquiera se le ponga el tapón completo a lo
que se están llevando ellos, sino que se cerrara un poco el espiche.
Bastaría que se terminara con las AFP, y el Estado, a través de una AFP
estatal, se hiciera cargo de la administración de todo esto, y ya se
cerraría el espiche que equivale al monto del fondo de pensiones; o sea,
con cerrar las AFP, ya se podría duplicar el monto de las pensiones,
dejando todavía un chorro que yaya a los mercados financieros, cosa que
también debería taponarse”.
- ¿Y qué sensación tiene respecto a la viabilidad del cambio de sistema?
“Creo
que no sólo es inevitable, sino que tiene que resolverse luego. Un país
no puede tener a sus profesores a sus jueces o a sus trabajadores
calificados sin pensiones. No puede discriminar a las mujeres y darles
menores pensiones que a los hombres. Las mujeres son el único grupo que
se le discrimina por sus expectativas de vida distinta. Si fuera por
eso, las pensiones de los sectores de altos ingresos deberían ser
menores, porque su expectativa de vida es mucho mayor que la que tienen
las mujeres en relación a los hombres, o respecto al promedio de la
población”.
“En
las cifras oficiales. Lo único bueno que tiene este sistema son las
estadísticas, que son maravillosas, porque es un sistema que permite
hacer un censo mensual de la fuerza de trabajo real. El estudio tiene la
siguiente metodología: son planillas de cálculo que están en la red, y
están enlazadas directamente a la fuente, de manera que cualquier dato,
por ejemplo que los subsidios público son tres cuartas partes las
pensiones pagadas, es posible rastrearlo hasta llegar a las fuentes
directas y públicas, principalmente la Superintendencia de Pensiones,
que tiene muy buenas estadísticas, magníficas. Tanto es así que esas
´lanillas se actualizan en forma automática, porque tenemos el vínculo
directo. Es decir, google va a mirar la página de la superintendencia,
saca el dato, lo elabora con las fórmulas que le pusimos a esas
planillas de cálculo y finalmente entrega el dato, como el que acabo de
mencionar”.
- ¿Y no le llama la atención que nadie debata ni refute los datos del estudio?
“No,
para nada. El silencio representa la línea de menor costo y el mejor
expediente para no difundir más estos resultados. Ellos se mueven en
esto de una manera completamente inmoral. Por ejemplo, contratan
“expertos” que hacen estudios que demuestran teóricamente que las
pensiones chilenas serías las que tiene las tasa de reemplazo más altas
del mundo, respecto del sueldo último, mejores que las pensiones
alemanas”. }
- Pero eso es ridículo…
“Ridículo.
Las cifras reales muestran que una jueza que gana tres millones de
pesos, a pesar de haber cotizado toda su vida por el tope, sin fallar un
solo mes, saca una pensión de 330 mil pesos, menos de la décima parte
de lo que ganaba como activa. Esa es la realidad. Ellos concluyen que la
tasa de reemplazo es de un 80%. Y cómo lo hacen: sacan un promedio de
lo que saca la gente y lo comparan con lo que ha aportado en los últimos
diez años. Como es tan precario el empleo, y los dos tercios de los
chilenos cotiza un mes de cada dos, el promedio es inevitablemente bajo,
y eso lo comparan con la pensión que sacan. Y en la pensión que sacan,
incluyen los subsidios públicos. Y resulta que los subsidios públicos
para la mitad de las pensiones, representan el 73% de las pensiones que
reciben los afiliados. Esa es la seriedad con que se maneja esta gente.
Comparan subsidios públicos con contribuciones que on un mes sí y el
otro no”.
- Me resulta difícil encontrar una lógica detrás de este sistema, y más difícil aún explicarme como se sostiene…
“La
lógica es la de un sistema de ahorro forzoso, que le saca dinero a los
afiliados y al Estado, y lo inyecta a los mercados financieros, los que
se hinchan de plata, y algo de eso chorrean. Algo de eso le llega a las
empresas, y las empresas con eso invierten”.
- O sea, un autorretrato del modelo…
“Pero,
claro. Esta es una de las principales fuentes de la desigualdad del
ingreso. En rigor, son tres las principales fuentes de desigualdad. La
primera, es el cobre, por supuesto. Lo que se llevan las transnacionales
en renta equivale, más o menos, al 9% del PIB. Esas son las utilidades
antes de impuestos. Esas son rentas, es decir, dinero que nos pertenece a
todos, porque proviene de un mineral que de acuerdo a la Constitución,
nos pertenece a nosotros. Después, vienen los intereses de las tarjetas
de crédito, los intereses de los créditos de consumo y los intereses de
las tarjetas de las casas comerciales, que en conjunto, representa el
4,5% del PIB. Y la tercera fuente de desigualdad del ingreso es esta,
porque se lleva el 3,6% del PIB. Si sumas esos tres conceptos, tienes el
18% del Producto Interno Bruto, que se está sacando a los trabajadores,
y pasando a los empresarios. Si ese 18% lo recuperas, la porción de la
torta que hoy reciben los trabajadores, que es 35%, según el Banco
Central, subiría automáticamente a 53%, con lo cual la distribución del
ingreso se normaliza, porque en los países desarrollados esa proporción
es del 60%”.
- Eso me parece promisorio, desde el punto de vista de un nuevo modelo de desarrollo…
“Por supuesto. Basta resolver estas tres cosas, y estás listo.